El engaño azota nuestra sociedad. Está en todas partes. Algunas veces es fácil detectar la falsedad, sin embargo, es lamentable que la mayoría de las mentiras no sean tan fáciles de detectar.
Un vendedor sagaz y avisado cuya intención fue cambiar en Adán y Eva su concepto acerca de Dios y sus designios ideó la primera campaña publicitaria. El objetivo de Satanás fue crear un abismo entre Dios y sus criaturas. Supuso que el hombre y la mujer no aceptarían algo que pareciera un ataque directo contra Dios y en eso tenía razón. Sabía mas bien que debía embaucarlos de manera sutil. Era necesario engañarlos y seducirlos mediante una oferta que pareciera razonable, deseable y no del todo contraria a Dios.
Satanás engañó a Eva con una astuta combinación de mentiras completas, verdades a medias y falsedades disfrazadas de verdad. Comenzó a plantar semillas de dudas en su mente acerca de lo que Dios había dicho en realidad. (¿Con qué Dios ha dicho...? [Gn 3:1]).
Satanás engañó a Eva al impulsarla a dudar de la bondad, el amor y las motivaciones de Dios. Le preguntó:" ¿Con qué Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Lo que le sugirió fue: ¿Dios ha coartado tu libertad? Parece que Dios no quiere que seas feliz".
La verdad es que Dios había dicho: " puedes comer de cualquier árbol del huerto a excepción de uno". La verdad es que Dios es un Dios generoso. En todo ese inmenso huerto Dios había prescrito una sola salvedad: "del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás". Además, la única restricción que Dios había decretado tenía el propósito de guardar el bienestar de la pareja y garantizar la bendición y felicidad duraderas. Dios sabía que al comer del árbol ellos morirían, su relación con Él se rompería y se convertirían en esclavos de Satanás, del pecado y de su propia naturaleza.
Por otro lado, la serpiente engañó a Eva al mentirle acerca de las consecuencias de su decisión de desobedecer a Dios. Dios había dicho: "porque el día que de él comieres, ciertamente morirás". En cambio Satanás replicó: "No moriréis". Con esas palabras rebatió de plano lo que Dios había dicho.
El maligno sedujo a Eva al ofrecerle todo tipo de beneficio bajo la condición de que comiera el fruto prohibido (3:5). Le prometió un caudal de conocimiento y experiencias ("serían abiertos vuestros ojos"). Le prometió que sería igual a Dios, es decir que ella sería su propio dios ("seréis como Dios"). Por último le prometió que sería capaz de decidir por sí misma lo que era bueno y lo que era malo ("sabiendo el bien y el mal"). Dios ya le había dicho a Adán y a Eva lo que era bueno y malo. En pocas palabras Satanás declaró: Esa es la opinión de Dios, ustedes tienen derecho a tener su propia opinión y pueden tomar sus propias decisiones acerca de lo que es bueno y malo.
Satanás engañó a Eva para que decidiera por lo que veían sus ojos y lo que dictaban sus emociones y razonamientos en cuanto a lo correcto, aunque en realidad era contrario a la advertencia de Dios.
Eva probó el fruto. Sin embargo, en vez de recibir las recompensas que le habían prometido descubrió que su boca estaba llena de gusanos de vergüenza, culpa, temor y enajenación. Cayó en la mentira; fue engañada.
Satanás promete dar lo mejor y paga con lo peor, promete honra y paga con oprobio, promete placer y paga con sufrimiento, promete ganancia y paga con pérdida, promete la vida y paga con la muerte.
Es hora de despertar y conocer las maquinaciones de Satanás; no podemos seguir siendo engañadas por él.
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